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Fernando Chiesa expuso en el X congreso de ALICE en México

Fernando Chiesa, sociólogo y director de Focus Research, participó en el X Congreso de ALICE ComPol en México donde expuso dos ponencias que profundizaron en la dinámica del voto económico y su influencia en el comportamiento electoral argentino, así como el impacto de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en dicho comportamiento.

La primera ponencia, centrada en el voto económico, abordó el complejo escenario político latinoamericano post-2018, caracterizado por una marcada tendencia a no reelegir oficialismos. Chiesa analizó cómo este patrón se manifiesta en Argentina dentro de un contexto económico adverso, marcado por inflación récord y un notable deterioro en la calidad de vida. «Estas alternancias políticas, junto al surgimiento de outsiders como Javier Milei, plantean preguntas intrigantes sobre la naturaleza del comportamiento electoral y la relación entre economía y política», señaló el experto durante su exposición.

Chiesa también exploró el rol de las PASO, destacando su significativa influencia en las estrategias políticas y la decisión de los votantes. Esta segunda ponencia reveló cómo la cantidad de candidatos presentados en las PASO puede impactar decisivamente el resultado de las elecciones generales, sugiriendo la necesidad de estrategias más refinadas por parte de las agrupaciones políticas.

El director de Focus Research citó estudios de diversos autores, como Fabian Echegaray, María Celeste Ratto y María Laura Tagina, para ilustrar cómo las evaluaciones económicas pueden impactar en la intención de voto. «El análisis de las últimas elecciones argentinas desvela un fenómeno desafiante: electores que, a pesar de no coincidir con las propuestas de Milei, lo eligen como la mejor opción para generar un cambio. Esto demuestra que, en momentos de crisis, el anhelo de un cambio radical puede poner en segundo plano la concordancia con preferencias políticas específicas», explicó Chiesa, enfatizando la complejidad del escenario actual.

Por último, Chiesa agradeció a Gustavo Cordoba, Ana Paola Zuban, Pablo Ariel Cabás y Riorda Mario por la oportunidad de compartir sus investigaciones y reflexiones en un foro tan relevante.

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Fernando Chiesa: «Las PASO transformaron el comportamiento electoral argentino»

Fernando Chiesa, sociólogo y director de la consultora Focus Research, compartió los principales resultados de su reciente estudio sobre el impacto de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en el desempeño electoral de las agrupaciones políticas en Argentina. El estudio fue presentado en el Congreso Nacional de Ciencia Política, donde Chiesa integró un panel conformado por reconocidos expertos como Mario Riorda, Claudio Pedemonte, Juan Belbis y Federico Zapata. La investigación de Chiesa examina cómo las PASO influyen no sólo en la conducta de los votantes, sino también en las estrategias y discursos empleados por los candidatos y sus partidos. Además, explora la correlación que halló entre la cantidad de candidatos que presentan las coaliciones y su rendimiento en las elecciones generales, proponiendo posibles razones para este fenómeno.

El sociólogo y consultor Fernando Chiesa exponiendo en el Congreso Nacional de Ciencia Política
Fernando Chiesa exponiendo en el Congreso Nacional de Ciencia Política, junto a Mario Riorda, Claudio Pedemonte, Juan Belbis y Federico Zapata.

 

Tendencias en las PASO

El especialista en opinión pública señaló que «las PASO fueron instauradas en 2009 con la finalidad de democratizar la representación de los partidos políticos, de evitar que las elites partidarias seleccionen arbitrariamente a los candidatos, y de lograr mayor transparencia en las elecciones internas. Pero los efectos de las PASO se han extendido más allá de sus propósitos originales”.

Desde la primera edición de las PASO en 2011, Chiesa observó una disminución en la participación electoral, desde casi el 78,7% en su primer año hasta un 67,8% en 2021. A valores de hoy, esa caída de participación es equivalente a más de 4 millones de votantes. Simultáneamente, se ha registrado un incremento en la participación entre las PASO y las elecciones generales, con un aumento promedio de tres puntos porcentuales, lo que equivale a cerca de 1 millón de votantes. «Una posible explicación a este fenómeno es que los electores perciben la elección general como más relevante porque es en esta instancia donde se definen los cargos, lo que incentiva más a votar», explicó el analista político.

Además, el consultor explicó que, desde 2015, el voto en blanco siempre ha sido mayor en las generales que en las primarias: “a simple vista parece contraintuitivo, porque al haber menos candidatos pareciera más probable que haya electores que no se sientan representados y se vuelquen al voto en blanco. Pero la evidencia empírica muestra exactamente lo contrario”.

Para explicar este fenómeno, Chiesa propone dos factores no excluyentes. En primer lugar, que el incremento de participación entre las PASO y las generales se trate de votantes que se vuelcan a candidatos específicos en lugar del voto en blanco. En segundo lugar sugiere que podría existir un componente de voto estratégico, ya que los votantes disponen de más información sobre el desempeño de los candidatos después de las PASO.

«Imaginemos a alguien que votó en blanco en las PASO porque no se siente representado por ningún candidato. Pero al ver los resultados, observa que el candidato que más rechaza salió primero, por lo que decide en la elección general dar su voto al candidato que más posibilidades tenga de ganarle al que más rechaza. Si esto ocurre con una magnitud suficiente, deberíamos encontrar no sólo una reducción del voto en blanco en las generales, sino también una mayor concentración del voto en las opciones más competitivas”, explicó.

Candidatos en las PASO y su Rendimiento en las Elecciones Generales

En el estudio de Fernando Chiesa, uno de los aspectos más relevantes se refiere a la cantidad de candidatos que presentan las agrupaciones políticas en las PASO. “Con la implementación de las primarias, los partidos políticos pueden presentar 1, 2, 4, 8 candidatos o más si así lo desean. Esta variedad abre un abanico de posibilidades para las estrategias políticas, lo cual me llevó a plantear la pregunta: ¿cómo afecta el número de candidatos presentados por las agrupaciones políticas en las PASO? ¿es beneficioso o perjudicial para su desempeño en las elecciones generales?».

Su análisis, que comienza con un caso subnacional para luego probar su proyección a nivel nacional, arroja luz sobre las implicancias de esta dinámica en las elecciones de 2023.

«Durante las PASO de 2021, hubo cinco distritos en los que Juntos por el Cambio presentó cinco o más candidatos. Entre ellos se encontraba mi provincia, Tierra del Fuego. Tras las PASO, Juntos por el Cambio obtuvo el 37% de los votos, superando al peronismo en Tierra del Fuego por primera vez desde la institución de las PASO en 2011. Sin embargo, en las elecciones generales, el desempeño de la alianza cayó 8 puntos y quedó en segundo lugar. Chiesa propone un interrogante: ¿Tuvo que ver la alta cantidad de candidatos con la caída en el desempeño?

Análisis de Datos a Nivel Nacional:

Para profundizar en sus descubrimientos, Chiesa desglosó su metodología de investigación durante la entrevista. Reveló que había reunido datos del Frente de Todos y Juntos por el Cambio a nivel nacional, registrando la cantidad de candidatos, su rendimiento en las PASO y luego en las elecciones generales.

«A partir de estos datos, calculé lo que llamo ‘diferencial de rendimiento electoral’, que es básicamente la diferencia en el rendimiento entre las elecciones generales y las PASO para cada alianza», explicó Chiesa. «En algunos casos, este diferencial resultó ser positivo, mientras que en otros, como en Tierra del Fuego, fue negativo.»

Usando estos datos, Chiesa construyó dos gráficos de dispersión con una línea de regresión simple, uno para cada coalición. En estos gráficos, el eje vertical representaba el diferencial de rendimiento electoral, mientras que el eje horizontal indicaba la cantidad de candidatos. Cada punto correspondía al rendimiento de las alianzas en un distrito específico.

«Por ejemplo, el punto para Tierra del Fuego muestra un valor de 5 en el eje horizontal, representando a los 5 candidatos de Juntos por el Cambio. En el eje vertical, el valor es de -8%, correspondiente a su diferencial de rendimiento electoral», detalló Chiesa.

Lo que observó era intrigante: mientras que el gráfico de Juntos por el Cambio mostraba una tendencia clara de decrecimiento a medida que crecía la cantidad de candidatos, la del Frente de Todos no mostraba sensibilidad a esa variable. «Inicialmente me sorprendió», afirmó Chiesa.

Para confirmar estos resultados, Chiesa decidió realizar la prueba estadística de Spearman para evaluar la correlación entre ambas variables. «A partir de la prueba pude confirmar que para Juntos por el Cambio emergía una correlación negativa estadísticamente significativa, pero esta correlación no existía en el caso del Frente de Todos», reveló Chiesa.

«En términos prácticos, esto significa que en 2021, en los distritos donde Juntos por el Cambio presentó una gran cantidad de candidatos en las PASO, tendía a experimentar un rendimiento electoral inferior en las elecciones generales. En cambio, para el Frente de Todos, el número de candidatos que presentaban en las PASO en cada distrito – ya fuese 1, 2, 3 o más – no tuvo un impacto negativo en su desempeño en las elecciones generales», explicó Chiesa al concluir.

Factores de Influencia:

El experto también señaló varios factores que podrían influir en la retención de votos entre las elecciones primarias y las generales. Uno de ellos es la fidelidad partidaria. Chiesa sugiere que la lealtad de los votantes a un partido o agrupación puede jugar un papel determinante en la retención de votos de un partido entre las primarias y las generales. «En base a las encuestas que he realizado, el voto por afinidad partidaria suele ser significativamente más alto entre los votantes del FPV/FDT/UP, a diferencia de los votantes de JxC/Cambiemos», explicó. Esto podría explicar por qué el número de candidatos tuvo más influencia en el rendimiento de FDT que en el de JXC. Los votantes de FDT, incluso cuando su candidato preferido en las primarias no ganara, seguían apoyando a su coalición en las generales. “En este caso se cumplía la conocida máxima peronista que sostiene que ‘el que pierde acompaña’. En el caso de JXC, parece que esto ocurrió en menor proporción y otros factores acabaron siendo más determinantes en la decisión del voto”, argumentó.

Pero este no es el único factor que puede influir en la retención de votos. De acuerdo a Chiesa «La estructura de las alianzas es importante, si los partidos que integran una coalición mantienen ideologías, proyectos, propuestas y mensajes alineados, es más probable que los votantes respalden al ganador de las primarias», argumentó.

El tercer factor se centra en la estrategia electoral. «Algunas coaliciones pueden ser más efectivas al implementar estrategias que minimicen el impacto de tener múltiples candidatos. Por ejemplo, los candidatos ganadores podrían integrar a aquellos que no triunfaron en las primarias, ya sea sumándolos a su campaña o incorporando elementos de su discurso»

«Finalmente, existe un cuarto factor que puede influir en la correlación entre la cantidad de candidatos y el rendimiento electoral: la intensidad de la confrontación en las primarias«, planteó el consultor. Este concepto se refiere al nivel de conflicto y confrontación entre los candidatos en las primarias.

«Si las primarias se llevan a cabo en un ambiente de alta conflictividad y agresividad, los votantes de los candidatos que quedaron fuera de la contienda pueden sentir una mayor resistencia a apoyar al ganador en las elecciones generales. Esto se debe a la posibilidad de que los sentimientos negativos generados durante la contienda primaria perduren y disuadan a los votantes de respaldar a un candidato con el cual previamente se enfrentaron», explica Chiesa, “por eso es esencial que las coaliciones consideren cómo pueden minimizar este efecto para mejorar su desempeño en las elecciones generales.»

Además, afirmó que “estos son sólo algunos de los factores que pueden incidir en la retención de votos y no son mutuamente excluyentes. La política y el comportamiento electoral son fenómenos complejos que no se reducen a un único factor determinante. Cada elección es el producto de una multitud de influencias que actúan a la vez, y este estudio sólo arroja luz sobre algunas de ellas”.

Al comparar con datos históricos, Chiesa encontró que estas correlaciones varían en cada elección, pero un patrón suele repetirse: «en los años en los que hay elecciones presidenciales la sensibilidad de las alianzas a la cantidad de candidatos parece disminuir. Esto podría deberse a que los votantes se concentran más en el candidato presidencial que en los diputados».

Para finalizar, el sociólogo subrayó la relevancia de su investigación para los partidos políticos. «Este estudio puede contribuir a diseñar estrategias electorales más eficaces, entender el comportamiento del votante y contextualizar los resultados electorales locales en tendencias nacionales más amplias«, concluyó Chiesa.

PASO 2023

Como un adelanto hacia las elecciones de 2023, Chiesa compartió su perspectiva: “Dado que son presidenciales, deberíamos esperar una correlación menor a la de 2021. ¿Será así? Eso lo sabremos en poco tiempo más.»

Chiesa también reflexionó sobre la importancia de cómo se comunican los resultados: «El interrogante sobre qué interpretación prevalece tras las PASO al considerar quién se alzó con la victoria – si la suma total de votos de los candidatos de una alianza o el desempeño individual más destacado – va a jugar un papel crucial en el escenario postelectoral.» Chiesa usó el ejemplo de las PASO para la gobernación de Chaco, donde el gobernador Capitanich superó al segundo contendiente por 13 puntos. «Pero si preguntamos a la población quién ganó la elección, es probable que nos respondan que Capitanich perdió, ya que prevaleció la interpretación del desempeño de las alianzas, donde salió ganando Juntos por el Cambio»

Mirando hacia las PASO 2023, Chiesa anticipó una situación similar. «La manera en la que se comuniquen los resultados puede inclinar la balanza y activar el voto estratégico hacia una u otra dirección. Además está la pregunta sobre cómo mantener el caudal electoral luego de una interna con heterogeneidad ideológica-discursiva, o con una fuerte intensidad en la confrontación interna».

Para finalizar, Chiesa subrayó la importancia de que las elecciones sean percibidas como útiles y legítimas por los votantes. «En tiempos en los que las PASO son bastante cuestionadas, creo que el único modo en que las elecciones sean percibidas como útiles y legítimas para los ojos de los votantes, es que se sientan representados y que su voto tiene un impacto real en el resultado final.»

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¿Abrir las internas favoreció o perjudicó a Juntos por el Cambio?


Un estudio del consultor Fernando Chiesa encontró una correlación negativa entre la cantidad de candidatos que presentó Juntos por el Cambio en cada distrito en las PASO y su desempeño en las elecciones generales.


Desde EL FEDERAL NOTICIAS entrevistamos a Fernando Chiesa, director de la consultora de opinión pública Focus Research, sobre la correlación negativa entre la cantidad de candidatos que presentó Juntos por el Cambio en cada distrito en las PASO y su desempeño en las elecciones generales

-¿Cómo surgió este estudio?

-Analizando los resultados de las elecciones nacionales me llamó la atención la variación del desempeño de Juntos por el Cambio entre las PASO y las elecciones generales en diferentes distritos. En Formosa, por ejemplo, donde hubo una sóla lista, Juntos por el Cambio creció 12,35 puntos en la general. Por otro lado, en todos los distritos donde se presentaron 5 o 6 candidatos la performance decreció entre la PASO y la general. Me pregunté si podía haber una correlación entre las dos variables así que relevé los datos de todos los distritos, descarté tres en los que los integrantes de JxC se presentaron por separado, y realicé una prueba estadística.

Correlación entre la cantidad de candidatos presentados por JxC en las PASO 2021 y su desempeño en las elecciones generales en cada distrito – Fuente: Fernando Chiesa

-¿Y qué se deduce de los resultados?

-Al observar el gráfico ya se puede observar una línea de tendencia negativa, que sugiere que a mayor cantidad de candidatos en las PASO de JxC, hay peor evolución entre las PASO y la elección general. La prueba estadística corroboró que existe una correlación que es estadísticamente significativa y de una intensidad moderada. Es decir, existe un fenómeno que pide ser explicado, luego podemos ensayar diferentes hipótesis sobre por qué ocurre.

-¿Por ejemplo?

-Pareciera que presentar mayor cantidad de candidatos en las PASO otorgó mayor caudal electoral a Juntos por el Cambio, pero con el riesgo de que luego cuesta más retener esos votos en la elección general. 

-¿Y por qué puede ocurrir eso?

-Una de las explicaciones posibles es que hay un porcentaje de los votantes para los cuales pesa más el rechazo a un candidato que la tracción de la agrupación política a la cual votó en las PASO. Por ejemplo, imaginate que votaste al candidato “A” en las PASO de JxC, pero perdió ante el candidato “B”. Y a vos el candidato “B” no lo querés, por más que sea de la misma agrupación que “A”, a tal punto que preferís votar al candidato “C”, de otra agrupación política.  Supongamos para el caso que eso ocurre con un porcentaje de los votantes de cada candidato, entonces a medida que más candidatos haya, mayor es la fuga de puntos que va a haber a otras agrupaciones. Por eso creo que interpretar que una alianza mide lo mismo que obtuvieron la suma de sus candidatos en las PASO es engañoso, tal como se observa en los datos.

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Fernando Chiesa es consultor político y realizó el estudio que investigó la correlación entre la cantidad de candidatos que presentó Juntos por el Cambio en las elecciones PASO y su desempeño en las elecciones generales 2021.

-¿Qué otras explicaciones hay?

-Bueno, eso puede explicar una parte del fenómeno, pero siempre hay una conjunción de factores. Hay votantes que luego de las PASO optan por un voto estratégico para que pierda otro candidato o agrupación. Hay electores que asisten a las PASO y no a la general, también hay electores que expresan su bronca en las PASO y luego repiensan su voto. Todos estos factores, y muchos otros, pueden influir. Pero creo que el que mejor se ajusta a los datos de esta elección, es el que mencioné antes.

-¿Esto quiere decir que a las alianzas les conviene presentar listas únicas? 

-Cada estrategia tiene sus beneficios y riesgos. Mostrar fuerza en las PASO presentando varios candidatos puede ayudar a desencadenar posteriores apoyos y atracción de voto estratégico que de otro modo no ocurriría, y que puede compensar la migración de votos que se observa en los datos. Lo interesante de esta exploración es que abre el debate sobre la conveniencia de cada estrategia, abrir las internas o presentar listas únicas. Es una cuestión para continuar estudiando.

-¿Estas conclusiones se aplican también a los resultados del Frente de Todos?

– No, en el caso del Frente de Todos no se pudo encontrar una correlación estadísticamente significativa, los resultados eran más variables. Esto podría ser, por ejemplo, porque para el votante del Frente de Todos pesa más la tracción de la agrupación que el candidato, algunos podrían decir que hay mayor organicidad. Pero como en la mayoría de los casos Frente de Todos se presentó con lista única no se pueden extraer muchas conclusiones de esos datos. A medida que se vayan acumulando los datos de más elecciones podremos ir detectando más patrones interesantes.

Fernando Chiesa, es consultor político y analista electoral, licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y maestrando en Estudios Electorales (UNSAM). Director de la consultora de opinión pública Focus Research.  

Link a la nota original: https://elfederalnoticias.com/abrir-las-internas-favorecio-o-perjudico-a-juntos-por-el-cambio/

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Voto económico en Argentina, ¿en qué medida explica el desempeño electoral?

INTRODUCCIÓN

El propósito del presente trabajo es analizar la aplicabilidad del concepto de accountability y el denominado “voto económico” a las elecciones nacionales en Argentina y, particularmente, si esto podría explicar la derrota de Macri en el año 2019. Describiremos los principales modelos que explican el comportamiento electoral, incluyendo el “rational choice” que contempla un votante que puede tomar decisiones en base a un análisis retrospectivo y/o con respecto al futuro. Presentaremos una definición del concepto de Accountability vertical y, en particular, su modo electoral, como así también el fenómeno del voto económico. Además, nos preguntaremos si el comportamiento del electorado, en caso de existir un voto económico, opera del mismo modo en ambos sentidos del desempeño. Es decir, si el voto económico se activa como un castigo, como una recompensa, o de ambos modos. Expondremos las principales explicaciones que se han realizado sobre los resultados electorales en Argentina desde 1983 y la aplicabilidad del accountability electoral en su versión económica. Por último intentaremos dar una respuesta sobre si este fenómeno puede explicar los resultados de la elección nacional presidencial y legislativa de 2019.

SOBRE EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL

Existen distintas teorías para dar cuenta del comportamiento electoral que ubican la centralidad de los factores en lugares diversos, en algunos casos se pondera la importancia de los intereses individuales, en otras teorías la subjetividad se disuelve en los patrones colectivos que ocupan un rol determinante. La coyuntura, las cualidades de los candidatos y los temas electorales también son considerados factores medulares en otras explicaciones. Existen tres paradigmas principales, según distinguen Goodin y Klingemann: estos son el sociológico, el psicosocial y el fundamentado en la “rational choice”. Es en este último caso en el que se enmarca el llamado voto económico. Tal como explica Montecinos,  el modelo de elección racional “plantea que los actores políticos tienen un comportamiento racional motivado y orientado a maximizar sus objetivos individuales”. En este sentido el votante tiene en cuenta cuáles son los beneficios que obtendría si su candidato o partido preferido es elegido, la probabilidad de que su voto sea determinante y cuáles son los costos que implicaría el voto. El elector racional que se mueve por un interés individual se supone conocedor de los candidatos y sus plataformas; utiliza atajos informativos y valoraciones al considerar quién votar, evaluando la evolución de su situación personal, de la cual responsabiliza a quienes gobiernan en ese momento; y por último pondera a quien impulsa en su plataforma aquellos temas que considera relevantes. Montecinos se pregunta si, en línea con esta interpretación, estas elecciones sobre el desempeño retrospectivo, la afinidad en temas de campaña y la definición de los perfiles, se realizan efectivamente en cada elección o si -como manifiestan Goodin y Klingemann- son, en realidad, la expresión de elecciones ya realizadas. En este sentido, el análisis retrospectivo y los temas afines son probablemente dos de los factores más importantes que podrían explicar la existencia del voto económico. A su vez, el enfoque sociológico sería el que menos podría dar cuenta de este comportamiento electoral, ya que predice preferencias electorales muy estables. Por ello, ante la posibilidad de reelección de un candidato presidencial, por ejemplo, deberían esperarse resultados similares, salvo que cambiara la composición social de ese electorado.

La teoría de redes, en cambio, podría llegar a explicar parte del voto económico no tanto por el efecto sobre un individuo en particular, sino sobre el impacto que tiene la economía en la red social de cada individuo. Montecinos resume la definición de Gribaudi en referencia a las redes sociales explicando que “constituyen una cadena multi-direccional, compuesta de variadas dimensiones que relacionan a las personas y que cran un área que se expresa como un espacio social en el cual coexisten varias esferas de actividad, política, social y económica” (MONTECINOS 2007). En este sentido, un individuo inmerso en una red social cuyos miembros han sido especialmente afectados por la economía, ya sea en sentido positivo o negativo, podrá ver su voto condicionado ya que los actores “no evalúan sus intereses electorales solos, sino que en relación con los intereses de personas socialmente similares y vinculadas a ellos” (MONTECINOS 2007). Esta teoría es de especial relevancia en un mundo en el que las redes sociales digitales han pasado a constituir la norma, y los algoritmos que las regulan tienden a formar “cámaras de eco”, es decir, espacios sociales a medida en los que sólo se tiene contacto con aquella porción del espectro social que coincide con nuestras preferencias y opiniones, incluyendo las electorales. Sin embargo, en lo que concierne al voto económico, o accountability electoral económico, la teoría del rational choice en su dimensión del análisis retrospectivo es, a prima fascie, la que mayor fuerza explicativa puede ofrecer.

ACCOUNTABILITY Y VOTO ECONÓMICO

El accountability es un concepto que se utiliza para denominar al conjunto de mecanismos de rendición de cuentas existentes en las democracias modernas. Más específicamente, podemos decir que cuando esta rendición de cuentas ocurre en forma vertical, los ciudadanos ejercen un control sobre sus representantes, quienes dan cuenta sobre su desempeño. Podemos encontrar dos formas principales de accountability vertical: el social y el electoral. En en el caso del accountability social, el mismo “es un mecanismo de control vertical, no electoral, de las autoridades políticas basado en las acciones de un amplio espectro de asociaciones y movimientos ciudadanos así como en acciones mediáticas” (PERUZZOTTI Y SMULOVITZ, 2002). En el caso del accountability electoral, nos encontramos probablemente con el tipo de rendición de cuentas con mayor impacto, ya que determina la continuidad o no de un candidato y/o incumbent al frente de una gestión. La sanción de los ciudadanos es en este caso el “no voto” a los candidatos y/o partidos que gobiernan.

Según esta interpretación, las elecciones representan una herramienta de control político sobre los gobernantes, obligando a estos últimos a no desviarse de la dirección en la que el electorado espera que se muevan para continuar siendo una opción electoral relevante. En este sentido, el llamado voto económico, enmarcado en el modelo de comportamiento electoral de la escuela de la “rational choice”, además de un atajo cognitivo podría constituir un modo de accountability electoral, validando o castigando a los gobernantes según su desempeño en el terreno económico.

Pero el accountability no está confinado únicamente a la aptitud en este ámbito, autores como Echegaray (1996) señalan la relevancia de la competencia o idoneidad política, que podría explicar el comportamiento electoral latinoamericano durante las reformas neoliberales de los años 90, las cuales impactaron negativamente en sectores populares de las democracias de la región pero no impidieron la continuidad de los incumbent. A pesar de ello, el voto económico aparece con frecuencia como el tipo de accountability electoral más habitual o más relevante.

Si quisiéramos contrastar empíricamente la teoría del accountability en Argentina, específicamente en el ámbito económico, no alcanzaría únicamente con datos generales de la economía de un país y los resultados de sus elecciones, ya que la dimensión subjetiva es fundamental, porque que los individuos “reaccionan individualmente pero de forma sistemática al estímulo económico que se crea en la votación” (ECHEGARAY 1996). Es necesario contrastar en cada caso la percepción sobre el desempeño económico y al mismo tiempo la intención de voto para poder hacer una proyección válida. Una aproximación interesante es la que describe Ratto en “Accountability y voto económico en América Latina: Un estudio de las pautas de comportamiento electoral entre 1996 y 2004”. La autora implementó un diseño de investigación que no sólo buscó verificar la existencia del voto económico sino también el posible efecto de la ideología, utilizando para ello encuestas en las que se sondeaba, además del voto a favor o no del incumbent, la autoubicación ideológica y la del gobierno. De este modo, si encontráramos una correlación estadísticamente significativa entre la valoración positiva de la economía y la intención de voto al oficialismo, utilizando la autoubicación ideológica como variable de control, tendríamos evidencia de la existencia de este fenómeno, tal como lo encontró la autora del estudio.

Pacek y Radcliff (1995) sostienen que el accountability electoral económico no opera con la misma intensidad en ambos sentidos del desempeño económico. Es decir, en los países en vías de desarrollo, estos autores encuentran que se observa una mayor influencia del voto económico ante recesión o pobres resultados económicos que cuando se observa una bonanza de la economía. El voto económico, entonces, se activaría más como un castigo que como recompensa. Echegaray (1996), cuestiona la validez de esto, proveyendo como ejemplo el caso peruano, en el que están “dispuestos a darle rédito al gobierno y votar masivamente por él ante la más mínima impresión positiva por el estado de la economía, y a ahorrarle críticas y votos castigo por eventuales retrocesos financieros”. En otro orden se encontrarían ejemplos como el de Uruguay, en el que tanto los reconocimientos como las penalizaciones del electorado no son estadísticamente significativas, lo cual puede encontrarse en lo que autores como Lewis Beck y Kiewiet identifican como “democracias avanzadas”.

COMPORTAMIENTO ELECTORAL Y ACCOUNTABILITY EN ARGENTINA

Echegaray (1996) sostiene que es ineludible la relevancia de los vínculos afectivos y cognitivos que desarrollan los individuos en referencia a los hechos políticos, que son generados en parte por una socialización política, y que han creado lazos estables con determinados partidos o fuerzas, como ha sido el caso del peronismo y el radicalismo en Argentina, sobre todo durante el siglo XX.  Pero al mismo tiempo estos enlaces, expresados como lealtades o identificaciones partidarias, se han debilitado producto de los procesos de modernización y reestructuración económica que alteraron la composición social de nuestro país. La movilidad política que se desencadenó dio mayor lugar a las afirmaciones fundamentadas en la “rational choice”, ya que parecían explicar lo que ocurría en un contexto volátil en el que el poder de determinación de las clases sociales y de la socialización política cedían espacio a la constitución individual de la identidad y/o preferencias políticas. No obstante, la acción del votante, aún entendida desde un enfoque de “rational choice” no puede ser entendida en términos meramente económicos, según Echegaray. Aún cuando los movimientos de la economía puedan ejercer su influencia en uno u otro sentido en los electores, este condicionamiento queda inevitablemente matizado por la responsabilidad que la ciudadanía le atribuya al gobierno sobre la situación económica. Esta responsabilidad está influida, entre otros factores, por la relación de fuerzas y conformación legislativa: será mayor mientras más clara sea la hegemonía del incumbent. Además, esta responsabilidad puede jugar un rol menor cuando existe una consolidación de las fuerzas políticas relevantes, pueden desarrollar una mayor inmunidad a los factores contextuales y, al contrario, en aquellas situaciones en las que nos encontramos con fuerzas políticas en crisis, fragmentadas o en proceso de transformación, el elemento económico puede cobrar mayor importancia.

No se puede dejar de tener en cuenta que definir la “situación económica” en términos abstractos, sin especificar si se trata de una evaluación macroeconómica del país o, más bien, una apreciación sobre la situación particular, puede llevar a conclusiones inexactas. Por eso, el modelo del voto económico no es sino un conjunto de explicaciones heterogéneas, que comparten la importancia de la racionalidad económica a la hora del voto, pero que pueden contener supuestos muy diferentes. Dos de los estudios que consideramos al respecto, el de Fabián Echegaray y el de María Celeste Ratto, utilizan sondeos de opinión pública como estrategia metodológica para comprender esa racionalidad y verificar su importancia en la determinación de las preferencias electorales.

Echegaray problematiza el pensamiento prevalente que le asigna una importancia superlativa al voto económico en Latinoamérica, dentro del cual podríamos considerar, por ejemplo, a Catterberg y Braun (1989) quienes plantean que en 1989 la ciudadanía argentina evaluó al incumbent radical desde una perspectiva económica, exigiendo un cambio en este sentido y haciendo valer el sufragio para lograr ese propósito.

Al evaluar el accountability electoral del tipo económico surge una pregunta interesante. Si este fenómeno se trata de una rendición de cuentas en la que el gobernante, en caso de no haber cumplido con las expectativas económicas del electorado que realiza un análisis retrospectivo, es sancionado con un “no voto”, emerge el interrogante sobre si el análisis económico prospectivo que puede realizar el electorado para decidir su voto integra el fenómeno del accountability electoral o no.

Este fenómeno cobra especial importancia en 1995 con la reelección de Carlos Menem: Echegaray postula que en el electorado primó una consideración sobre el futuro de la economía favorable al incumbent, a pesar de que la situación al momento de la elección era negativa. Si bien para el autor los electores latinoamericanos se caracterizan por ser “ingratos frente a un gobierno responsable por un panorama positivo de la economía e impacientes a la hora de castigar al oficialismo por condiciones negativas”, no fue el caso en esta elección. El resultado se explica parcialmente por el grado de responsabilidad que le atribuye el electorado al gobierno sobre la situación económica: a mayor responsabilidad, mayor el efecto del voto económico. En un contexto caracterizado por un “efecto tequila” que cobró trascendencia mundial y afectó la economía argentina, el electorado probablemente relativizó la responsabilidad del gobierno y eligió “optar por la previsibilidad económica y su asociación con la candidatura del oficialismo” (ECHEGARAY 1995). También se debe tener en cuenta el efecto que puede haber tenido el fenómeno ya mencionado sobre la relevancia de los aspectos no económicos del voto que, de acuerdo a lo planteado por Echegaray, juegan un rol fundamental en Latinoamérica, especialmente el llamado “referéndum político” que funciona como un accountability electoral no económico en el que se evalúan otros aspectos de la gestión, por ejemplo, la lucha contra la corrupción, la capacidad para generar consenso o lograr paz social.

María Celeste Ratto, reconoce también la relevancia de los factores extra económicos que describe Echegaray, pero en su ya mencionado estudio sobre el comportamiento electoral latinoamericano entre 1996 y 2004, confirma la existencia del mecanismo del voto como control, lo cual se evidencia en el hecho de que “los latinoamericanos que valoraron positivamente a la economía premiaron a los partidos de gobierno y quienes la valoraron de forma negativa los castigaron cambiando su preferencia” (RATTO 2013). La autora buscó poner a prueba el concepto de accountability que fue cuestionado en los años 90 por no poder explicar, al menos a primera vista, el desempeño de incumbents que habían tenido un desempeño económico negativo. Nuevamente la cuestión sobre el análisis retrospectivo y prospectivo agrega una dimensión explicativa que permite una comprensión más profunda y que reivindica el concepto de accountability electoral. En toda Latinoamérica encontró, para 1996, 2000 y 2004 que la valoración de la situación económica del país (sociotrópica), tanto retrospectiva como prospectiva era estadísticamente significativa. Por ejemplo, para el año 2004, la diferencia en la intención de voto al incumbent fue de 30 puntos porcentuales entre quienes evaluaban positivamente y quienes evaluaban negativamente la economía.

El accountability electoral del tipo económico tiene en la Argentina del año 2001 un caso paradigmático, ya que, según explica Escolar, la elección legislativa de octubre “tuvo lugar en un marco de profunda recesión económica y de creciente fragmentación política del partido gobernante” y sus resultados muestran “el proceso de acelerada descomposición de la Alianza y de reestructuración del sistema de partidos. Algunas de las particularidades características de dicha elección, según explica el autor, son que los dos partidos mayoritarios alcanzaron sólo un 30% del padrón electoral nacional por primera vez en la historia, hubo una asistencia menor al 75% y el voto en blanco y nulo llegaron, sumados, al 15%. Los partidos de izquierda evidenciaron un crecimiento de casi un 200% con respecto a la elección de hacía tan sólo dos años y, también en el orden nacional, los valores de competencia efectiva pasaron a casi el doble, de 2,99 partidos electorales a 5,94, si se comparan los períodos 1983-1999 con el año 2001. En síntesis, “la dramática caída en votos de la Alianza, la desaparición de opciones electorales de centro-derecha, el crecimiento fragmentario de la centroderecha e izquierda y el extraordinario crecimiento del voto negativo fueron, sin duda, prolegómenos de la crisis institucional y política que viene sufriendo la Argentina desde diciembre del 2001” (ESCOLAR 2002). Creo que, con tan dramáticos resultados electorales, a tan sólo dos años de haber sido elegido el incumbent, es difícil argumentar que no existió en este caso un accountability vertical que, ante una coyuntura económica negativa, se expresó como una sanción del electorado en las urnas. Sin embargo, el pobre desempeño de la principal fuerza opositora nos habla también de una responsabilidad que el electorado percibe como compartida. Unos meses después este desencanto encontraría en el lema “¡Que se vayan todos!” una síntesis de la profunda crisis de representatividad que caracterizó al nuevo panorama sociopolítico de la Argentina.

           Finalmente, en las elecciones nacionales de 2019 encontramos un escenario en el que la dramática coyuntura económica, caracterizada por caída de la actividad, caída del consumo, aumento de la deuda externa, aumento del desempleo, crecimiento de la pobreza, inflación galopante y cierre de comercios, instalaba el interrogante sobre la probabilidad de un accountability electoral del tipo económico. Al respecto, el consultor político Zuleta Puceiro afirmaba que “el voto no va a ser un voto económico, porque si la gente tuviera en cuenta la economía ni Macri ni Cristina podrían ser candidatos. El 70%, en ambos casos, ve esas gestiones como desastrosas económicamente. Sin embargo, priman otras motivaciones que han sido más importantes que lo económico porque la gente da por descontado que sus problemas económicos no están en la cartera oculta ni del kirchnerismo ni del macrismo” (ZULETA PUCEIRO 2019). Por su parte, el consultor Mario Riorda, explicaba que “la economía calma y el dólar estable lo que hacen, a lo sumo, es aquietar y generar una especie de meseta electoral. Si existe un voto económico, es mucho más favorable para la oposición que para el oficialismo. En todo caso, el voto económico -que es altamente significativo- Juntos por el Cambio está intentando compensarlo con un voto ideológico” (RIORDA 2019). Encontramos aquí dos visiones contrapuestas, una que niega el rol del factor económico en la elección y otra que, por el contrario, no sólo reconoce que es “altamente significativo”, sino que el incumbent, consciente de su desventaja en este terreno, intentó plantear una estrategia que corriera el eje de la discusión a un debate ideológico, o de valores. La consultora Paula Zubán, luego de la elección, opinaba sobre los resultados que “la crisis económica quizás sea el factor que más rápidamente lo explica, pero hay muchos otros de gran significancia en la decisión que tomaron los argentinos el último domingo (…) cuando la ciudadanía vota contra los oficialismos es porque la crisis que carga sobre sus espaldas es tan pesada que no alcanza sólo con expectativas” (ZUBAN, 2019).

Las encuestas que indagaban en cuestiones económicas previamente a la elección, mostraban no sólo una percepción profundamente negativa de la economía, sino también una evidente responsabilidad del gobierno. El sociólogo Quevedo citaba, por ejemplo, un sondeo nacional del CELAG en el que “el 87% de los argentinos dicen que su situación económica familiar en el último mes sigue igual o peor de lo que estaba hace un año” (QUEVEDO 2019). Otra encuesta de RTD – Real Time Data en abril de 2019 mostraba que un 77% de los encuestados creían que el país “está mal” o “muy mal”, con un 61% que consideraba que el país, de cara a los próximos doce meses, estaría igual o peor que en ese momento. A su vez, la responsabilidad del incumbent quedaba clara en la pregunta sobre si el plan económico del gobierno estaba funcionando, ante la cual el 65 contestó que “el plan económico del gobierno es errado y sólo ahondará la crisis”, contra un 22% que consideró que “el plan económico del gobierno es el correcto y pronto dará sus frutos”. Al consultar sobre qué factores pesarían más a la hora de elegir su voto, el 65% también contestó que “el rumbo económico que propongan los candidatos” contra un 21% que contestó “el rumbo político que propongan los candidatos”. El titular de la consultora, Nicolás Solari, resumía los resultados de la encuesta explicando que “a Cambiemos le va bien entre los votantes que privilegian la política pero mal entre los que priorizan la económica” (SOLARI 2019).

CONCLUSIONES

Considero que la existencia del accountability electoral del tipo económico en Argentina está sustentado por la evidencia empírica de investigaciones como la de Echegaray y la de Ratto. Una vez establecida la significancia estadística de este fenómeno, emerge la pregunta sobre su intensidad y el subsecuente impacto en los resultados electorales. Los datos sugieren que la responsabilidad atribuida al incumbent sobre la situación económica constituye un factor que condiciona la activación del voto económico retrospectivo o prospectivo. En casos como el de 1995, la responsabilidad del gobierno se vio diluida, mientras que en casos como el de 2001 o 2019 el electorado le atribuyó una clara responsabilidad sobre la coyuntura. Es importante diferenciar entre estos dos últimos casos porque en el primero, si se tienen en cuenta los resultados electorales y las protestas que surgirían unos meses después, esta responsabilidad parece habérsele atribuido también, al menos parcialmente, al principal partido opositor. En 2019 creo que el accountability electoral económico se expresó negándole a Mauricio Macri la posibilidad de la reelección pero, al mismo tiempo, el 41% que obtuvo el incumbent en una coyuntura económica dramática -cuyo origen se le atribuía mayoritariamente al gobierno- habla también de la existencia de un voto con un componente ideológico importante. Como explica Echegaray, “el argumento del voto económico es relevante y significativo para América Latina, pero está lejos de agotar la diversidad de efectos subyacentes a la opción electoral” (ECHEGARAY 1996).

 Autor: Lic. Fernando Chiesa.

Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y maestrando en Estudios Electorales (UNSAM). Obtuvo con distinción una capacitación en “Computing for Data Analysis” en la John Hopkins Bloomberg School of Public Health, y obtuvo un certificado de “Social Network Analysis” en la Universidad de Michigan. Actualmente cursa un certificado en American Government de la Universidad de Harvard.

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